miércoles, diciembre 17, 2014

Escalada, filosofía de vida

12/17/2014

Más de cincuenta años en la montaña avalan la personalidad de Ramón Majó. Miembro de expediciones como la Irian Jaya ´89 al Carstenz, que asciende por la norte junto a Joan Frontera, o de la primera nacional, tercera absoluta, al Tirich Mir en el 73, dirigida por Josep María Monfort y en la que también ascienden el Tirich Oeste I y el Dir-Gol-Zom (6.778 m), el alpinista catalán es uno de esos montañeros cuyas opiniones, estemos o no de acuerdo, siempre merecen ser escuchadas.

En este caso nos habla de la ética de la montaña, de la escalada y de su filosofía sí es que la tiene, más allá de las convicciones personales de cada uno. Algo contracorriente, quizá políticamente incorrecto, Ramón nos deja esta muestra de su visión de la actividad en la montaña.

A vueltas con la ética escalada

"Una de las cosas más importantes del alpinismo es su faceta anárquica, que nadie esta por encima marcando las reglas"
Reinhold Messner
"No entiendo que se quieran imponer reglas a los montañeros, reglas restrictivas que reducen el alpinismo a una actividad codificada. Vamos a la montaña para ser libres"
Tita Piaz
"Como disciplina filosófica, la ética busca las razones por las cuales uno he de comportarse de una determinada manera más allá de la simple aceptación de unas normas sociales vigentes o de la autoridad externa de un legislador, sea este humano o divino. Los griegos fueron los primeros en intentar sistematizarla. Aristóteles la ordena a la consecución de un fin mediante la inteligencia y la razón. Otros filósofos con la idea de una ley natural según la cual hay que comportarse para llegar a la felicidad que para unos consistía en el placer y otros en la utilidad.
El cristianismo adjuntó a la idea de la ley natural, la idea de la ley de Dios revelada. Tomás de Aquino estructuró una ética que quería ser, a la vez, ética de la felicidad, del bien, de lo que es racional y de la ley divino-natural. Kant dio un enfoque formalista y autónomo de la ética que la cambia radicalmente. Negó que la felicidad, el bien o la utilidad pudiesen ser principios de comportamiento ético y afirmó que el acto moral se fundamenta solo en lo que el llamó el ”imperativo categórico” que tiene como motivo único el deber como tal y la satisfacción de su cumplimiento. El existencialismo, al relativizar todo absoluto y toda esencia, determino una nueva comprensión de la ética afirmando que la decisión moral depende de cada una de las situaciones concretas en las que uno se encuentra sin posibilidad de remitirse a una norma objetiva prefijada.
Siento mucho que esta, digamos introducción, haya tenido que ser obligada y tan larga – a pesar, como se puede suponer, de haber omitido muchas otras interpretaciones- pero me ha parecido necesaria para que se viera claro que la ética es una cosa que no admite una sola lectura. Y habría que tener en cuenta, además, que aparte los filósofos, también los ideólogos, de turno, la moda y la presión de los poderosos (en nuestros Dias particularmente los llamados poderes mediáticos) han intentado influir en todo tiempo y lugar, a la hora de definir lo que es ético o no.
Si los filósofos y otros pensadores no han podido ponerse de acuerdo, me parece sencillamente ridículo que ahora, basándose en esta disciplina filosófica, popes y monaguillos del mundo de la montaña pontifiquen (opinar todo el mundo puede) sobre lo que esta bien o mal o sobre la moral que debe guardar todo montañero. Y mas aun, para calificar la forma de escalar de los otros, en relación, CASI EXCLUSIVAMENTE, con los equipamientos (y su uso) de las vías de escalada.
De todas maneras, ya que el tema esta ahí y es imposible erradicar esa palabra de los textos de escalada, veamos si somos capaces de aplicar esa ciencia filosófica al mundo de la escalada y, por extensión lógica, semántica e histórica al alpinismo y al montañismo. Creo que solo a partir de todo lo dicho anteriormente, podremos estar en situación de continuar un debate serio y con un mínimo de rigor, Y hablando de rigor, no tengo mas remedio que introducir otra referencia que creo que también puede ser útil para el debate. Quizás deberíamos empezar por usar una terminología con un poco más de propiedad. Cualquier aprendiz de filólogo sabe perfectamente que el antónimo de artificial no es libre, sino natural. Pero sin saber como ni cuando ni quien, se empezó a denominar libre la escalada natural. Y como contradicción mas grave aun, a adjudicar a la escalada dicha “libre” una cantidad de normas de todo tipo y de prohibiciones que la han hecho la menos libre de todas y han obligado o pretendido obligar a escalar no libremente de acuerdo con las capacidades personales, sino bajo el yugo de los marcadores de reglas sin que, en muchos casos, los violadores de esas reglas tuvieran conocimiento de su existencia.

Debo confesar de entrada, sin ningún rubor, que yo soy, para esos fanáticos apasionados antes citados, para editorialistas y para talibanes de mente cerrada, un escalador sin ética (y ahora, por lo que voy leyendo últimamente, también sin honor pues esta cundiendo la idea de escalada honorable o de escaladores con honor). Después de cincuenta años en activo, de muchas aperturas y de miles de escaladas en paredes, montañas y macizos de los cinco continentes, un día, hace un tiempo -cuando irrumpieron los predicadores de la renuncia a los placeres fáciles y el sometimiento a las reglas del 6b+ puro duro y limpio- me enteré de la bajeza de mi ralea. Pues yo soy, como dijo aquel, de los que escalan cuando quieren, donde quieren, con quien quieren y COMO quieren. Sin duda alguna la escalada evoluciona y se que los jóvenes, las nuevas generaciones, tal como debe ser, aportan siempre novedades e intentan ir y normalmente van mas allá de donde fueron sus antecesores. Y yo soy el primero en admirar el grado de dificultad, de compromiso, y de técnica que se ha alcanzado. Hoy día se ha superado ampliamente, doblado casi, el grado de mi tiempo de juventud; hoy día se emplean técnicas, materiales y equipamientos mucho mejores; hoy día hay mas resistencia física y mental y, en conjunto, quizás más bravura y atrevimiento.Pero parece que al fin, alguien ha tenido la luminosa idea de redactar esas normas éticas y que unos cuantos voluntarios (quizás una ONG) recorran las zonas de escalada, y las entreguen por escrito a todos quienes pillen “in fraganti” perpetrando su irredenta manía de añadir seguridad o de agarrarse a los seguros. A pesar de que para mi, la ética, si se quiere aplicar a la montaña, va mucho mas allá de los seguros, equipamientos, aperturas, reequipamientos, nombres a pie de vía, “secretivos” y otras mandangas que tanto apasionan a muchos escaladores, a la hora de exponer mi punto de vista global, no he tenido ni tengo mas remedio que referirme también a ellos.
Pero ¿hay mas ética? No en la relación persona-naturaleza, o persona-parabolt sino en la relación persona-persona? Yo lo dudo. Muchas veces, cuando se gana en un aspecto, se pierde en otro. O es necesario citar aquí cosas como el mercantilismo: expediciones comerciales a docenas de montañas, profesionalismo, esponsores que aprietan siempre más y más etc., etc. O la degradación de zonas de montaña que han sido pasto de promotores y especuladores a quienes solo importa el lucro. O el individualismo y el correspondiente olvido de la dimensión social en todos sus aspectos (“no escalo para un club ni para una nación, escalo solamente para mi” R. Messner). O el auge de la competitividad en su doble componente de eficacia y resultados (yo hago mas con menos y con grado mas alto o sea: yo fabrico mas con menos sueldos y gano mas dinero) tan de acuerdo con el mundo mercantilizado en que vivimos. O el elitismo con el consiguiente desprecio del menos fuerte. Todos hemos visto como se quitaban o destrozaban chapas de una vía, -a veces una gran clásica- alegando que eran pasos fáciles y que si a alguien le faltaban cojones, que se bajara……
Elite, escogidos, selectos, competitivos, triunfadores (sencillamente hay escaladores muy buenos y otros no tan buenos) son conceptos que esconden detrás un fuerte contenido autoritario, de rivalidad feroz por pertenecer a esos grupos y sobretodo de afán de caudillaje y de desprecio a las visiones democráticas. Y a mi modo de ver, esa visión y esos valores han contaminado el mundo de la escalada. Este tipo de elitismo, siempre supone, quiero pensar que inconscientemente, el germen nazi de los superiores y de los inferiores, de los débiles y de los fuertes. Recuerdo una guía de montaña que hablando de la ruta para llegar a una hermosa cumbre indicaba el lugar exacto donde se debía empezar a caminar a pesar de que una hermosa pista dejaba mucho mas cerca de la cima.
Según las propias palabras del autor, si no se empezaba en ese punto (ni más arriba ni más abajo) no se era un montañero de verdad, o sea, no se era un montañero con ética y honor. Así se negaba a montañeros incapacitados: cojos, enfermos, ancianos… incapacitados para recorrer los más de mil metros de desnivel, de sentirse montañeros con el mismo honor que los demás. Por otro lado, ha nacido también una veneración sobre las vías tal como las dejaron sus aperturistas. Anteriormente y en general (siempre ha habido chuletas y elitistas) cuando se abría una vía, se dejaba abierta PARA TODOS, y a casi nadie le importaba si se añadían mas o menos seguros (o si se mancillaban, horrible palabra que nos retrotrae a las penas del infierno con que amenazaban a los que mancillasen la pureza de su novia tocándole las tetas) ni tampoco si se subía con un estilo u otro, con un material u otro o con mas o menos campamentos u horarios. Y yo mismo me incluyo en este grupo por lo que hace a las vías de las cuales soy aperturista. Al contrario de algunos aperturistas de ahora, mi ilusión fue y sigue siendo que mis vías sigan vivas. Y todo lo vivo evoluciona y cambia.
Las vías no son propiedad privada de nadie. Al que le gusta esta idea, que se compre una pared, la valle y, si no le basta que ponga perros guardines en la base. Valgan esas últimas reflexiones para comentar la editorial del número 255 (noviembre de 2007) de esta revista donde, entre otras cosas se dice "…y lo que hace unos pocos años suponía una evidencia categórica, hoy puede no resultar tan obvio…" Y antes de esos pocos años, que evidencias categóricas existían? Por lo visto, para su redactor, la historia de la escalada tiene menos de 30 años de existencia. Y también para los simpáticos aperturistas de Grazalema que han “creado” una escuela y como por lo visto la consideran suya, dictan las normas: no reequipar sin nuestro permiso, no añadir chapas, no pintar a pie de vía… En vez de estar contentos viendo como otros disfrutan de sus aperturas, prefieren dictar advertencias de antemano… y que alguno se pierda y buscando un 5c se meta en un 7ª… Da la impresión que en vez ir a la montaña a gozar, están, como los avaros, refunfuñando, atesorando y desconfiando de todos. O como los de Cacin, que se otorgan el derecho de admisión; “solo serán admitidos escaladores respetuosos y visitantes concienciados”.
Bueno, no sabemos si valdrá un papel del cura y otro del sargento de la guardia civil para poder acceder…. Insisto en que cualquier opinión particular me parece lícita. Incluso las que a mi parecer entran en lo jocoso y bordean lo grotesco (con perdón) como el aparecido en el numero 253 titulado El árbol de la ética en el cual se coloca en lo mas alto del grado ético escalar como un primate a pelo y sin ningún tipo de material. Primero porque es obvio que a partir de cierto grado, longitud o altitud seria imposible, pero sobretodo porque eso significaría retroceder un millón de años en la escala evolutiva.
Lejos de las visiones especulativas y catastróficas a las que nos tienen acostumbrados algunos discursos falsamente ecologistas, hay lugar para valorar positivamente la racionalidad constructiva (técnica) que ha estado en la base de la humanización. Pero lo que me ha empujado a escribir estas líneas es el susodicho editorial indicativo de la línea que ha tomado Desnivel, visible también, como se ha visto, en otros artículos y escritos aparecidos últimamente Hay que reaccionar a todo eso. No debemos permitir que nadie se aleje de la montaña y la escalada por no sentirse capaz de seguir normas impuestas por otros o por sentirse culpable por vulnerarlas. Los códigos estrictos, al negar la diversidad y olvidar que el montañismo es multiforme tanto en su espíritu como en sus actos siempre son represivos.
Quizás sea este el motivo último de la dureza de este escrito. La comunidad escaladora es muy amplia, heterogénea y felizmente anárquica (para bien o para mal) por lo que creo, sinceramente, que es un error por parte de los responsables de la revista querer dictar normas sobre la manera ética u honorable de actuar de todo el colectivo cuando se encuentra con una cuerda atada al arnés. Faltados como estamos de publicaciones de tipo alpinístico, me decepciona que la de mayor presencia en todo el ámbito del Estado Español se haya pronunciado de manera tan contundente a favor de una propuesta que representa, a mi entender, solo a una parte del conjunto.
Olvidemos la ética de los clavos y sustituyámosla por la de las personas. Las normas de obligado cumplimiento dejémoslas para la escalada deportiva y sus competiciones. Estoy seguro que la mayor parte de montañeros (palabras que se me antoja bastante en desuso y seria interesante indagar porque) gustan mas de la libertad y belleza de las cumbres, del tacto de la roca de las tapias, de la amistad de la cordada, del aire, del sol y del nivel de aventura que cada uno quiera y pueda asumir, y menos del riesgo máximo y de las reglamentaciones y de los compromisos absurdos impuestos por la moda que, como siempre, será pasajera".
Ramón Majó




Noticia de Revista Desnivel

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1 comentarios:

  1. Enorme el post, he disfrutado mucho leyéndolo porque he sentido ese sufrimiento que hacéis como si estuviera en vuestra piel, enhorabuena!

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